Durante los últimos años, hemos escuchado que las bolsas de plástico son una gran amenaza ambiental y lo importante que es evitar su uso. En muchas ciudades del mundo se ha prohibido su distribución y uso en las compras.
Pero si bien es cierto que las bolsas plásticas no son biodegradables, que tardan cientos de años en descomponerse, y que hasta muchas de las partículas de la gran mancha del Pacífico provienen de estas bolsas.
Además, la reducción en su uso no representa un real cambio para el medio ambiente: las bolsas de papel requieren más energía para producirse y en lugares en donde se han prohibido las de plástico, ha aumentado el uso de otras bolsas para la basura (que son mucho más gruesas y difíciles de descomponer que las finas de polietileno).
En la Argentina se utilizan más de 2000 millones de bolsas de polietileno por año, lo que equivale a unas 66000 toneladas y a un problema de contaminación ambiental mayúsculo, pues el nylon tarda entre 100 y 400 años en biodegradarse.
Se calcula que cada familia argentina descarta cerca de 40 Kilos de plásticos por año. La mayoría de las bolsas termina por obstruir o tapar cloacas y desagües en mares o en ríos, donde puede afectar la salud de animales, o en basurales a cielo abierto.
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